jueves, 1 de diciembre de 2011

Las finanzas en la pareja

Ella es ahorrativa y el es gastador, o viceversa. Él quiere cambiar el auto y ella no, pero es una fanática de las compras y satura la tarjeta de crédito. A él le encanta viajar una vez por año con su grupo de amigos y a su mujer adoraría usar ese dinero para hacer un fondo de reserva. Ella odia y le da mucha inseguridad alquilar y a su esposo le fascina invertir lo que hubiese podido destinar a la compra de la casa en bonos y acciones.
Casos típicos de peleas de pareja, choques de estilos que son inevitables. Y son sólo algunas de las miles de cuestiones relacionadas con el uso del dinero que dividen a las parejas de todo el mundo. Si bien la solución es compleja, hay dos caminos posibles para abordar este tema: ignorarlo o tomar el toro por las astas. Para los que opten por la segunda, aquí hay cinco consejos para atacar el problema, buscar una solución sostenible y evitar los ceniceros voladores.
Pensar en grande
En vez de focalizarse en sus diferencias, ponga su atención y energía en los objetivos financieros comunes. Pruebe con el siguiente ejercicio: prepare varias tarjetas en blanco y complete sus metas económicas de corto y largo plazo en forma separada.
Luego póngalos en orden decreciente, empezando por el más importante. Júntese con su pareja, compare los resultados de cada uno y elija los tres puntos más importantes que comparten.
Cada principio de mes, la primera asignación de dinero tiene que ser para esos objetivos. La forma de lograr esto sin largas peleas, es automatizando el proceso de tal forma de transferir o separar de su cuenta todos los meses el importe acordado sistemáticamente.
El resultado típico de este ejercicio es: el gastador, frente a objetivos concretos y decididos mutuamente logra la disciplina necesaria para no gastar de más y enojar al ahorrativo. El otro consigue la calma sabiendo que un determinado porcentaje de los ingresos de la pareja se destina todos los meses a los objetivos más importantes, lo que provoca que sea menos “pesado” sobre los hábitos del gastador y le dé más libertad.
Buscar “espacios financieros” mutuos
Cuando los miembros de una pareja tienen hábitos financieros diferentes, ambos pueden sentir que el otro lo está mirando todo el tiempo por sobre el hombro y lo está juzgando. Esto puede generar problemas.
Evite este problema asignando un porcentaje del ingreso conjunto a “gastos libres”. Cada uno puede hacer lo que quiera con esa parte del dinero y la otra parte no tiene permitido meterse u opinar sobre cómo va a gastarlo y viceversa.
Por ejemplo, puede transferir una parte de lo que cobra a una cuenta conjunta desde donde se van a pagar las cuentas de la casa y los gastos comunes. A su vez, otra porción pequeña se transfiere a la de cada uno o, simplemente, puede ponerse de acuerdo sobre una suma de dinero que pueden usar sin consultar al otro.
Esto le da al gastador la libertad de hacer lo que quiera, dentro de determinadas fronteras, por supuesto, y al ahorrador la tranquilidad de saber que cualquier gasto fuera de lo proyectado será motivo de consulta. Es fundamental que uno no tenga que pedir permiso por cada pequeño pago. Por eso, este sistema le quita estrés a la pareja y permite conseguir el equilibrio en su relación financiera.
Intercambiar roles
Si el gastador nunca pudo llenar una planilla de cálculo donde controla los gastos, siéntelo en frente de la computadora y trate de responsabilizarlo en esa tarea. Si el ahorrador nunca fue capaz de hacer la compra de supermercado para su familia de cuatro sin escatimar demasiado, dele la lista y mándelo a realizar esa tarea.
Algunas veces las peleas ocurren por falta de entendimiento. Si uno nunca hizo esto, seguramente, no tendrá una mirada realista de lo que cuestan las cosas y todo le parecerá ridículamente caro, más aún en esta época de alta inflación.
En la misma línea, si uno no paga los gastos de la casa, desconoce los movimientos de la cuenta corriente y de las inversiones y no participa de la planificación de largo plazo, seguramente no tendrá idea de cuán lejos o cerca está la pareja de lograr sus objetivos financieros. Salir del rol usual por un mes podría darle a cada uno mayor perspectiva de la situación que están pasando.
Programar reuniones de dinero
Hablar acerca del dinero es muy importante cuando usted y su pareja tienen visiones opuestas del dinero. Arregle una reunión en un horario determinado, por ejemplo, todos los miércoles de 20 a 20:30, y así puede evitar el tema en otros momentos de la semana.
Tener una charla recurrente sobre el tema le evitará abordar estos problemas en momentos inoportunos y ponerles un límite lo ayudará a mantener el foco. Use estos encuentros para evaluar el progreso que está experimentando en función de su objetivo y para analizar desviaciones.
Las discusiones tal vez serán tensas al principio, pero resultarán más confortables y fáciles a medida de que las reuniones se conviertan en un hábito. Es recomendable armar la agenda antes de la reunión y arreglar lo que van a tratar por adelantado. De esta forma, logrará que los argumentos y las soluciones sean más sólidos y creativos.
Busque ayuda si lo necesita
Algunas veces hay temas subyacentes en la conducta de un gastador compulsivo que son muy serios para resolver con simples reuniones semanales o un intercambio de roles, como ocurre cuando alguno de los dos está escondiendo las cuentas, tomando grandes deudas con las tarjetas o si las compras fuera de control están imposibilitando que la familia consiga sus objetivos financieros de largo plazo, como adquirir una casa o ahorrar para el retiro.
En estos casos es conveniente convocar a una tercera persona. Un planificador financiero, un psicólogo de pareja o ambos pueden para tratar de ayudarlos con el problema. Lo mismo pasa en el caso en que el ahorrador de la familia está fuera de control y evita cenas, vacaciones o cualquier otra erogación no esencial.
El dinero es un asunto muy cargado de contenido y para muchas personas está directamente ligado a temas de poder, amor o seguridad. Si una pareja gasta cinco mil pesos por mes y se está peleando por una compra de algo de 100 pesos, seguramente la discusión no sea un tema de plata, sino de control.
Cualquiera sea el camino que elija, sea paciente en cuanto a los resultados. Los hábitos relacionados con el dinero son difíciles de adquirir y muy lentos de aprender e incorporar. Al mismo tiempo, recuerde que puede haber beneficios importantes si los dos miembros de la pareja tienen comportamientos financieros contrarios. Si fuesen iguales, todo sería demasiado aburrido.

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