Durante las largas décadas que lleva su carrera como exitoso inversor, Buffett se había mantenido alejado de las empresas en sectores relacionados a las tecnologías, lo cual, por ejemplo, le resultó más que conveniente para evitar la burbuja de las acciones tecnológicas que explotó en el año 2001, afectando severamente los resultados de muchos administradores profesionales de activos.
La negativa de Buffett a participar en este sector se debía principalmente a la elevada dinámica que presentan estos negocios, la cual hace especialmente complicado seleccionar empresas con fuertes ventajas competitivas, es decir, aquellas en las que se pueda tener una gran confianza sobre su posicionamiento de largo plazo frente a la competencia. En tecnología, el ganador de hoy puede muy fácilmente ser el perdedor de mañana, y esto implica que tanto los riesgos como las oportunidades suelen ser mayores en el sector tecnológico que en otros menos dinámicos.
Uno de los aspectos salientes sobre el manejo financiero de la firma es su sólida trayectoria de incrementos de dividendos y recompras de acciones. Esta clase de políticas son herramientas con las que cuentan las empresas para distribuir ganancias a sus accionistas e implican, por lo tanto, una fuente extra de rentabilidad para los inversores, además del posible crecimiento en las ganancias de la empresa y los aumentos en los precios de sus acciones que este crecimiento debería generar con el tiempo.
Siendo una compañía de gran tamaño, con una trayectoria de larga data y una política activa de pagos a los accionistas, IBM podría ser considerada una de las acciones más seguras del sector tecnológico. En este sentido, su solidez ha sido probablemente uno de los factores de mayor influencia a la hora de convencer a Warren Buffett de aventurarse con fuerza en el sector tecnológico que durante tantos años evitó insistentemente.