martes, 27 de diciembre de 2011

Tomas Bulat en el Cronista

Leer los diarios del fin de semana y de hoy fue una experiencia que sintetizó muy bien uno de los graves problemas que vamos acumulando en nuestra sociedad y que es la falta de datos estadísticos para saber cómo estamos y tratar de prever como estaremos.
Por ejemplo el dato económico “importante” a conocer ayer lunes era el crecimiento de las ventas en navidad. Como no hay ningún dato de un organismo oficial, entonces la Cámara Argentina de Comercio habla de un crecimiento del 22,4% nominal en las ventas (lo cual supone un incremento casi nulo en las cantidades vendidas), mientras CAME habla de un 10,4% en volumen, pero sin mencionar valores. Buscando datos en el interior, en Santa Fe, las ventas crecieron sólo un 17% en valor, etc.
Es increíble que a esta altura de los acontecimientos, no se sepa si estas navidades fueron un boom de ventas, o sólo un poco mejor o un poco peor. En realidad, estamos a ciegas, pero como “más o menos nos está yendo bien”, no es necesario saber cuán bien. Si se es oficialista, es muy bien, si se es opositor, no tan bien.
En el fin de semana no faltó la nota comparando las proyecciones hechas por consultoras a fines del año pasado de lo que iba a pasar y lo que en definitiva pasó. La nota, tendenciosa, hacía las comparaciones contra lo que publica el Indec, con todas las objeciones que sabemos.
Lo que más me llamo la atención, es que acordamos que el PBI creció este año, pero no cuanto. Parece que da igual si es el 9%, el 7% o el 5%. Depende a quien quiera creerle, será la estadística utilizada.
Así es como no coincidimos en cual es el nivel de aumentos de precios, ni de cuanto es la pobreza o la indigencia. Todas las variables las sospechamos y debatimos cada vez más en el aire.
En lo cotidiano también
Pero lo más interesante, es que este fenómeno sucede en la vida cotidiana. Pregúntese si realmente Ud. sabe cuánto le cuesta lo que compra en el supermercado o lo que pagó la ropa.
El precio dice una cosa, pero depende el día, tengo 2x3, o 70% de descuento en la segunda unidad o 15% de descuento con la tarjeta de tal banco, o si pago con débito tengo devolución de IVA del 5%, etc. Es casi imposible saber cuánto paga uno realmente por las cosas.
Para peor, ya ni nos tomamos el trabajo de saberlo. Si total todo sube, entonces compremos el día que nos parece más barato, sin que realmente sepamos cuanto nos cuesta.
Es imposible que estemos dando como consumidores las señales correctas, si no tenemos idea de cuánto vale lo que compramos. En esta locura de precios inasibles, no estamos en condiciones de premiar ni la calidad ni la innovación. Y esto se aprecia sobre todo en empresas de consumo masivo, que son cada vez menos innovadoras.
El masomenómetro
Argentina es un gran usuario del sistema estadístico de los cinco dígitos oscilantes. Este método consiste en levantar la mano con los 5 dedos extendidos y moverlos de un lado al otro, mientras se dice “y ... debe ser más o menos un 25%”. Este masomenometro está, por desgracia siendo cada vez más utilizado y para peor, con eso se justifican tanto las políticas como las críticas económicas.
La economía es una ciencia social fascinante. Tiene como toda ciencia social un componente ideológico (o de visión, al decir de Schumpeter) y como es humana, es dinámica, es decir que lo que podía ser bueno en un momento, es malo en otro.
Pero sobre algo que esta ciencia fue creciendo y entendiendo cada vez los problemas viejos y nuevos que se generan, es que se respaldan con números, que de alguna manera todos, independientemente de nuestra ideología, logramos estar de acuerdo.
Si la economía crece al 7% anual, unos podrán mostrar que es por las políticas del gobierno u otros dirán que se debe al viento de cola internacional, etc. Pero todos acordamos que es el 7%. Si este consenso no está, todas las polémicas giran sobre sí mismas y son autorreferenciales.
La ciencia avanza cuando en el debate hay números y no adjetivos calificativos. Por desgracia en Argentina hay más adjetivos que números.
Aboguemos para que en el 2012 recuperemos la capacidad de medir. De medir cada vez mejor y cada vez más cosas. La única forma de avanzar en el conocimiento es midiendo. Sin datos “lo más objetivos posibles” ningún debate es viable.
Todo termina siendo sensaciones e impresiones que nos impiden avanzar en el entender lo que realmente nos está pasando y, más importante aún, lo que nos puede pasar.
 
 

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